Buenas tardes a todos,
En primer lugar, me gustaría pediros perdón por el mes de abandono, pero cuando os cuente mis primeras experiencias lo vais a entender todo.
Cuando el 18 de Septiembre aterricé en el aeropuerto de Bruselas, pensé que iba a ser un mes bastante divertido y tranquilo, con muchos cambios, y gente nueva a la que conocer, pero en ningún momento llegué a pensar que el mes de septiembre y parte del de octubre iba a ser una tortura.
Los primeros días fueron estupendos, incluso me hizo buen tiempo, algo bastante raro en estos países. En el hotel estaba encantada, y de lo único que me tenía que preocupar era de conocer gente y de irme adaptando poco a poco a las costumbres de aqui; ya que el resto, se suponía que lo tenía solucionado.
El día 21, llegó mi madre por la mañana dispuesta a ayudarme con la mudanza de mi nuevo piso (un piso que según las fotos y el precio, era uno de los mejores kots de estudiantes de Bruselas: Céntrico, amplio, limpio, cuidado y con un gran ambiente universitario); no obstante, nuestro mundo se nos vino abajo cuando quedamos con el casero para que me diera las llaves y nos enseñara el piso.
En la puerta del edificio nos estaba esperando un hombre sucio, con el pelo largo recogido en una coleta bastante más grasa que una sartén llenita de aceite, una camiseta de mercadillo que tenía bastantes manchas de comida no identificada, unos pantalones baqueros del año 1837 y unos zapatos que en sus buenos años fueron negros.
Este personaje en un ingles pésimo, me intentó explicar que mi piso estaba alquilado, pero que me habían guardado otra habitación (distinta por la que yo firme en el contrato) que me iba a gustar mucho más.
Subimos a la segunda planta de un edificio que tenía más telarañas que un high school estadounidense el día de Halloween, y nos adentramos en un pasillo que tenía pinta de todo menos de ambiente universitario; pero aún no había conocido mi querido estudio de lujo.
Luke, así se llamaba el guarro del casero, saco una llave del bolsillo de su pantalón y abrió una de las puertas del pasillo indicándome que entrara y que me sintiera como en casa.
Lo que mi madre y yo vimos en ese cuarto, no creo que se me olvide en la vida, paso a relatarlo:
-Una mini cocina, en la que todavía quedaba comida del propietario anterior: zumos abiertos en la nevera, restos de pasta en el fuego y más mierda que el palo de un churrero esparcida por la super encimera de mi super cocina.
-Un cuarto/salón/estudio/vestidor/comedor de aproximadamente 10 metros cuadrados en la que había una cama rota, en la que habían colocado una puerta debajo del colchón para que no se notara que el somier no había sobrevivido; una mesa de estudio bastante normalita (posiblemente lo mejor del cuarto), una mesa de comedor individual en la que una pata era distinta a las otras 3 y por lo tanto cojeaba; una silla de estudio con más pelotillas que un teletuby; un sillón como de los años 60, en un cuero (falso) de color beige y que para hacer juego con la habitación tenía un par de parches; y un armario sin puerta cerca de un enchufe en el no podía haber mas polvo, que tenía dos baldas.
- Un baño, que supuestamente fue blanco en algún día, en el que había un lavabo, un WC, una pequeña luz, los restos de un toallero (que ya no estaba, para variar); y una ducha en la que corrías el riesgo de infectarte de la rarra, que tenía un perfecto agujero para que mientras te duchabas, observaras como todos los animalitos que vivían dentro del sobre techo del edificio, llevaban a cabo sus respectivas vidas.
-Para más detalle, decir que, las paredes llevaban dos siglos y medio sin conocer la pintura, que en las esquinas se habían instalado unas numerosas familias de arácnidos de diferentes tamaños, que no tenían mucha intención de abandonar lo que había sido su casa los últimos tres meses. Que todo el polvo de las cortinas estaba empezando a hacer que la barra que las sostenía cediese; y que el suelo no tenía mucha pinta de quedarse limpio aunque estuviéramos fregándolo 8 horas seguidas.
Una vez terminamos de ver todos los inhóspitos rincones que tenía mi supuesta nueva casa, mi madre me anunció que el casero y la casa, se podían ir a tomar por el culo.
La verdad es que mi madre se portó, aunque se que nunca me hubiera dejado vivir en esas condiciones.
Una vez anunciamos al casero que tendría noticias nuestras, y de nuestros abogados (por el tema de la fianza y tal); nos dispusimos a buscar un hotel para pasar "unos días" mientras encontrábamos un nuevo apartamento.
Esos días se convirtieron en semanas, y mi madre, con todo el dolor de su corazón, tuvo que abandonarme a mi suerte en Bruselas, mientras ella buscaba desde España.
Tras 20 días de hotel aproximadamente, y las 3/4 partes de la tarjeta fundidas, encontré a una amiga que me dejó pasar algunos días en su casa mientras seguía buscando.
Esta amiga, creo que me trajo suerte, ya que me llevó a una zona en la que yo no había buscado tanto, y que tenía bastantes pros para poder ser un buen lugar para vivir.
A los días encontré un anuncio en facebook en el que una tal Camille, ofrecía un cuarto en la casa familiar en la que estaba viviendo, así que concerté una cita, y me presenté sin muchas esperanzas en la casa.
Cuando llegué, me di cuenta que en la entrada de la casa no había hueco para más flores, y que todas ellas parecían bastante cuidadas, que en la calle donde estaba la casa vivían personas jóvenes y de muchas nacionalidades, y que la zona estaba prevista de muchas tiendas, parques, paradas de autobuses y zonas verdes.
Tras llamar a la puerta, salió una chica de mi edad, con bastante buena pinta, que a pesar de ser francesa, hablaba perfectamente mi idioma. Estuvimos hablando mucho tiempo, y tras ver la casa, decidí que ese era el sitio en el que quería pasar los 9 meses que me quedaban de erasmus en Bruselas.
La vivienda, era una casa familiar en la que los dueños (una pareja encantadora de Belgas), habían habilitado los tres pisos de arriba para que vivieran 2 estudiantes.
Dentro de nuestro reino, disponíamos de total libertad, de una cocina privada, un baño y un cuarto para cada una, el cual podíamos decorar como nos apeteciera.
A pesar de esto,también nos pusieron una serie de normas:
-Había que reciclar teniendo en cuenta las exigencias belgas con respecto a la basura.
-No podíamos fumar dentro de casa, pero si en una terraza que teníamos entre nuestros pisos, en el que nos habían puesto unas sillas y una mesita para que estuviéramos más cómodas.
- No podíamos hacer ruido a partir de las 11 (ya que los dueños madrugaban y se dormían pronto).
-Y, teníamos que mantener nuestras "propiedades" limpias.
Esa noche, dije a Camille que se viniera a tomar unas cervezas con unos amigos, por el tema de ver que tal se le daba en mundo de la noche, ya que siendo española, para mi la fiesta es FUNDAMENTAL; y para mi sorpresa, aguantó nuestro ritmo perfectamente.
En ese momento, me di cuenta que tenía que mudarme lo antes posible a esa casa y empezar a vivir la experiencia erasmus.
Al día siguiente hice mi mudanza, y hoy hace una semana que vivo aquí.
He pensado que sería bonito contaros mi terrible historia, una vez que estuviera asentada, y creo que hoy es el día en el que puedo decir que estoy muy a gusto en mi nueva casa, y que espero que eso no cambie.
Muchas gracias y perdón por la espera
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